sábado, 4 de febrero de 2012

Estado alfa: segundo recuento.

Durante la semana he informado de algunas actividades. No estoy seguro de si mencioné la siguiente en este momento, pero es también fundamental:


Puedo agregar que fue durante el curso de una sola semana que me encargué de más o menos joderme la pita en cuanto a la predisposición a mi desempeño en las susodichas actividades, por algo que me gusta conceptualizar como "más" y "menos" de lo que me habría gustado que sucediera. Si yo he tenido algún acierto, el Delfos diría que por su autoridad para nombrarlo como éxito y no por otra cosa. Si, por el contrario, he tenido algo nuevo que agradecer, mi abuela diría: no lo hiciste de maldito. En algún lugar entremedio o incluso afuera de esas dos radicaciones yace el intento perdido y natural, radicaciones que parecieran apuntar al exceso completo: del deseo de éxito y de satisfacción. Taoísmo, entonces; aguantármelo el deseo también o más que cualquier otra posibilidad fue bueno.

Estos días barajo, por un azar como cualquiera de los anteriores, el ya no publicar (en editoriales independientes). Había pensado en un principio que podía ser, con alguna lógica, por trasnacionales, y literatura más realista, y hasta con otro nombre, uno más a tono con la tradición. Pero por más que los nuestros idealicemos a alguna editorial de Grandes Ligas, sigue estando de más decir que si el mundo independiente (¡hermoso!) no basta, un mundo más grande mucho menos. Lo otro, que me parece más próximo a mi sentimiento, aunque definitivamente lejos de una realidad de recepción afín, por lo que he podido ver con el blog, sería empezar una página web y publicar ahí todos mis proyectos, que ahora que se vienen los infinitos sopas serán muchos: sin Youtube, es probable que me vea obligado a producir mis propias canciones, y cuando ya no se puedan leer los diarios, etc. La idea se vuelve tan irresponsable y divertida en un momento que imagino cobrarle al auditor únicamente en lo que respecta a mi presencia real, a mi participación en lecturas u otro tipo de eventos, por las cuales cobraría $7.300 en billetes de mil y monedas de cien, más un six pack. Si bien extrañaría la notoriedad de las legítimas publicaciones, recuerdo que cuando empecé a producir discos de Los Pianopunks me gustaba tener la completa noción de que cuando revisaba mis temas yo era probablemente la única persona que estaba escuchando esas canciones en ese momento, y quizás ser la única persona que visita mi página web tenga la misma connotación que los otros artes "indies" que he tenido el placer de crear. 

Por último, el día de hoy es lo de la Feria Independiente, el conversatorio. Como he dicho antes, siento que una mayoría del público podría no ser más que un montón de lanzas apuntando hacia mí, aunque misteriosamente respirando, misteriosamente dotados de un cerebro eléctrico y un corazón tal vez capaz de comprender la segunda cosa que aparecería si tan solo la primera no resultara tan apremiante. Pero bueno, el arte es el arte; se vive por él, con o sin amor. Aunque muriese, la sensación sería la misma en cualquier momento, en cualquier lado.

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